miércoles, 13 de marzo de 2013

TODO DEPENDE DE CÓMO VIVAMOS LAS COSAS QUE NOS PASAN



Un cuento taoísta nos relata la historia de un humilde granjero que vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus paisanos lo consideraban afortunado porque tenía un caballo que utilizaba para labrar y transportar la cosecha. Pero un día el caballo se escapó. La noticia corrió pronto por el pueblo de manera que, al llegar la noche, los vecinos fueron a consolarle por aquella grave pérdida. Todos le decían: “¡Qué mala suerte has tenido¿” .Pero la respuesta del granjero fue un sencillo: “Puede ser”.
Pocos días después, el caballo regresó trayendo consigo dos yeguas salvajes que había encontrado en las montañas. Enterados los aldeanos, estos fueron a darle la enhorabuena y a comentarle su buena suerte, a lo que él volvía a contestar: “Puede ser”.
Al día siguiente, el hijo del granjero trató de domar a una de las yeguas, pero esta lo arrojó al suelo y el joven se rompió una pierna. Los vecinos visitaron al herido y lamentaron su mala suerte, pero el padre respondió: “Puede ser”.
Una semana más tarde aparecieron en el pueblo los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes al ejército. El hijo del granjero fue rechazado por tener la pierna rota. El atardecer, los aldeanos se reunieron en la taberna y comentaron la buena estrella del granjero, mas este, contestó: ¡Puede ser”.

La actitud es lo que importa
Cualquier acontecimiento tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Somos nosotros quienes, con nuestra mirada y nuestra actitud, podemos reconducir la situación y salir fortalecidos.
Aprovechar la situación
Cierta vez escuché decir al psiquiatra Viktor Frankl, quien sobrevivió a los campos de concentración nazis, que suerte es lo que nos toca vivir. En sí misma, la suerte no es ni buena ni mala. Simplemente es. Y lo que es encierra siempre una oportunidad que debemos descubrir nosotros. Lo que hoy vivimos, si bien puede empezar pareciendo una desgracia, puede convertirse en una gracia. Que esto suceda solamente depende de lo que nosotros podamos hacer con eso que vivimos. Ayer maldijimos la lluvia que impidió que nos encontráramos con María. Pero hoy bendecimos la lluvia, que ha hecho dilatar el momento que ella se fuera de nuestro lado. La lluvia no es ni buena ni mala. Todo depende de cómo vivamos las cosas que nos pasan. Si las sufrimos o las aprovechamos. Si las maldecimos o las bendecimos.
Estamos acostumbrados a atribuir a las cosas un poder casi mágico. La suerte del vecino siempre es mejor que la propia, y nuestra vida sería distinta si esto o aquello no nos hubiera sucedido. ¿Y nosotros? ¿Qué es lo que hace que lo vivido termine siendo bueno o malo? Aprender a ver el lado positivo de la vida empieza por aprender a recordar sin ira ni reproche lo ya vivido, sin atribuir al pasado la exclusiva responsabilidad de nuestros pesares actuales ni creer que ha hipotecado nuestro futuro.

Para lograrlo, podemos practicar el siguiente ejercicio:
En una hoja de papel, tracemos una línea divisoria de arriba abajo, Sobre el lado izquierdo, escribamos episodios de nuestro pasado que consideremos fundamentales en nuestra vida, sin importar su signo, es decir, buenos o malos. Cuando hayamos terminado, anotemos sobre el lado derecho para qué nos ha servido vivir aquello que hemos vivido, qué hemos aprendido.

Aprender a ver nuestro pasado como un granero que recoge la riqueza de toda nuestra vida es el primer paso para aprender a mirar hacia delante, reconociendo ahora lo bueno a cada paso. La vida propone, Cada uno responde. Nuestra actitud, nuestra respuesta, nos convierte en alquimistas con poder para transformar la desgracia en oportunidad.
(Claudio García Pintos, Logoterapeuta y profesor de Psicología de la Universidad Católica Argentina)

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