E S C U C H A
Cuando te pido que me escuches y tu
empiezas a darme consejos,
no has hecho lo que te he pedido.
Cuando te pido que me escuches y tu
empiezas a decirme por qué
no
tendría que sentirme así, no respetas
mis sentimientos.
Cuando te pido que me escuches y tú
sientes el deber de hacer algo
para resolver mi problema, no respondes a
mis necesidades.
¡ESCUCHAMÉ!
Todo
lo que te pido es que me escuches, no que hables o que hagas.
Solo
que me escuches.
Aconsejar
es fácil. Pero yo no soy un incapaz.
Quizás
este desanimado o en dificultad, pero no soy un inútil.
Cuando
tu haces por mi lo que yo mismo podría hacer y no necesito, no haces más que
contribuir a mi inseguridad.
Pero
cuando aceptas, simplemente, que lo que siento me pertenece, aunque sea
irracional, entonces no tengo que intentar hacértelo entender, sino empezar a
descubrir lo que hay dentro de mí.
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